[21-05-19] Ha muerto nuestro compañero Julián Molina.
Ayer por la tarde murió nuestro compañero Julián, trabajador de la Universidad de Granada y en la actualidad liberado sindical de CC.OO.
Julián era una persona entrañable, con un caudal de afabilidad y simpatía difícil de evitar ni pasar por alto. Se hacía querer, siempre con una sonrisa en los labios, nunca con un mal gesto. Incansable en su trabajo, en su etapa de liberación ha pasado por las tareas sindicales en la Universidad de Granada, en el Sindicato Provincial de CC.OO. de Granada y, en los últimos dos años, en la Federación de Enseñanza de CC.OO. de Andalucía, incombustible en sus labores y sabidurías sobre finanzas.
Tan es así como lo describimos que hoy la desolación cunde por nuestros locales sindicales de Granada y sus compañeros y compañeras lo lloran con la misma ternura con que él se trataba con nosotros. Y no ya solo como compañero sino como el verdadero amigo que llegaba a ser a poco que el trato con él pasase a las cercanías y a la frecuencia de situaciones y momentos de vivir codo con codo.
Si la cara es el espejo de alma, del interior de una persona, de sus afectos y desafectos, entonces la de Julián nos da la clave, sabiendo cuantos le conocimos que los últimos (los desafectos) no le cabían por dentro, que la bonhomía era consustancial a su temperamento, a su proceder, a sus maneras de ir por la vida. Se nos ha ido con Julián un pedacito muy querido de nosotros mismos. Porque cuando se estima y se quiere de veras a una persona, cuando ella desaparece, nos queda un vacío difícil de llenar si no es con el paso del tiempo, con la consolidación de su recuerdo en sustitución de su presencia, si bien a costa de sentirnos las entrañas muy malparadas.
Los tópicos se fabrican a base de realidades repetidas y constatadas y la muerte de Julián reivindica un tópico muy frecuente que en su persona deja de serlo: esta vez sí que se ha ido uno de los mejores.